miércoles, 17 de noviembre de 2010

ALIÁ Y KLITÁ

Si hay algo que decididamente me revienta es ver algún panfleto o publicidad del Ministerio de Absorción (Misrad Haklitá) donde pasan por gente esforzada y que brinda una efectivísima ayuda al olé.

Jamás me he quejado de este país y considero que la mejor prueba de ello es que de aquí no me voy. También hay que admitir que debo estar agradecido al Estado de Israel que me acogió y me dió un status de persona libre y de judío libre, del cual no disfruté en los 37 anteriores años de mi vida. Puedo extenderme en más agradecimientos por la canasta de absorción o por las reducidas ayudas de alquiler.

Pero una cosa es el agradecimiento y otra muy distinta que lo quieran tomar a uno de bobo.

Mi primera experiencia con el Ministerio de Absorción data del 2001, a mi llegada al país. Aún recuerdo que llegué a aquella oficina en Hadera, donde increíblemente nadie hablaba español. Había un montón de folletos que explicaban diversas cuestiones referentes a inmigración, vivienda, etc. Los había de todos en hebreo y en ruso, en menor medida en inglés y francés y en español creo que encontré uno. Con el paso del tiempo, he aprendido que una de las características de las instituciones de gobierno en Israel es no informarte de las cosas a las que tienes derecho. Solamente si preguntas y te vuelves impertinente e insoportable tienes la oportunidad de recibir alguna respuesta.

Nadie te explica que cuando llegas al país te tropezarás con que no hay un trabajo asegurado y mucho menos con preferencia para el nuevo inmigrante, nadie te explica que caerás en las garras de un kablán que mediante todo tipo de triquiñuelas contables te dejará desplumado a fin de mes y que todo empleador que te nota el hebreo balbuceante vé la oportunidad de exprimirte como una naranja. Nadie nos dijo nunca que la vivienda era tan espantosamente cara y que se comería más de la mitad de tu salario. Nadie nos dijo a los de habla hispana que nos costaría tanto ascender en nuestro trabajo mientras que los de habla rusa, gracias al tráfico de influencias encuentran no solo trabajo sino que tienen además todo tipo de facilidades en su idioma.
Cuando leí sobre las faciliades para los olim de acceder a cursos para abrir negocio por cuenta propia pensé que era algo realmente bueno y bueno, pasé el curso (en hebreo), obtuve un diplomilla y cuando llegó la hora de la verdad (la ayuda monetaria para abrir el negocio), el castillo de arena se desvaneció. Lo que propagandizan es una cosa, la realidad es otra.

Tampoco se les explicó a los profesionales sobre todo a los de orientación médica, las trabas a las que tendrían que enfrentarse para poder ser médicos o dentistas de nuevo y sin embargo vas al Kupat Holim y te atiende un médico que apenas se le entiende lo que habla, que ni siquiera te toca o te examina y que se limita a escribir torpemente en un PC limitándose a ordenarte exámenes de laboratorio o a decirte que tienes daléket o "un virus". Parece que la protecsia tan extendida en este país, no se aplica parejo.

Hoy en día, puedo decir que jamás he recibido la más mínima comunicación del Ministerio de Absorción que me demuestre que se preocupan por mí o mi familia. Debes averigüarlo todo por tu cuenta, incluyendo todo lo escrito en letra pequeña. Los precios se han cuadruplicado y los salarios siguen siendo casi exactamente lo mismo. Cuando traté de comprar una vivienda muy modesta por 120.000 dólares, me encuentro con que en menos de un año ya vale alrededor de 160.000 y cuando vas al banco a comprobar a qué tienes derecho con tu tan cacareada puntuación, ves que la situación es que tendrás que pagar una mashkanta mucho mayor que lo que pagabas como alquiler, te endeudarás con el banco y que el seguro subirá y subirá como la espuma.

En fin, creo que los de Absorción al menos por pudor deberían callarse o cerrar sus oficinas. Parece que si eres hispano o etíope, pues que te dén.

1 comentario:

  1. osea no me explicaste nada
    par que sirve
    sory no me quiero enojar

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