martes, 23 de noviembre de 2010

LA GUERRA NO ES INCOMPATIBLE CON LOS VALORES MORALES

Recientemente, dos sargentos mayores de la brigada Givati de Tzahal han sido condenados a tres meses de libertad condicional y a la pérdida de un grado. Se comprobó que utilizaron a un niño palestino como escudo para registrar unos paquetes sospechosos de contener explosivos. Los jueces no obstante expresar lo merecido de la condena, admitieron que existían atenuantes como las condiciones de una guerra no regular en la que se ha tenido que desenvolver Tzahal y la presión a la que se ven sometidos sus miembros, lo cual también es cierto.

Dicen los jueces que, al separar a un niño de 9 años de su madre y usarlo con fines militares, los acusados contravinieron las órdenes y actuaron de una forma que daña la "moral del Ejército Israelí y del pueblo israelí, puesto a prueba en momentos difíciles".
No obstante, los jueces destacan también en su sentencia una larga lista de consideraciones que podrían haber influido en la actuación de los militares, como por ejemplo el hecho de que no intentaron hacer daño al menor, que trabajaban en condiciones difíciles, con riguroso apremio y el excelente historial de comportamiento de ambos. Además, el tribunal destaca el perjuicio que una dura sentencia habría significado para el futuro de ambos, que acabaron su servicio militar hace año y medio.

Se entiende la presión a la que está sometido un militar ante los dilemas de una guerra como ésta, donde el enemigo sí usa civiles como escudos, incluyendo niños sin que la prensa europea se haga eco de eso y se utiliza la muerte de los mismos como propaganda.

Pero estamos hablando de un asunto moral, no táctico. Un asunto moral que nos concierne tanto como uniformados, como judíos o simplemente como personas que hemos aprendido otros valores contrarios a esa indiferencia hacia la muerte violenta. Se trata de un niño, no importa de donde sea y para cualquiera con un mínimo sentido de sensibilidad no debe haber un dilema mayor: no se toca al niño y punto.

Algunos diputados se quejan de que sanciones como ésta irán en perjuicio de los soldados que nos defienden, pero yo creo que al contrario es más probable que les disuada de hacer algo que los rebaja como judíos, como seres humanos, que además de avergonzarnos nos deja caer más lodo a ojos del mundo. No me estoy refiriendo a esos periodistas antijudíos ávidos de presentar a Israel como "la bestia sedienta de sangre". Me refiero al público simple, al que tiene nuestros mismos ojos para ver como un soldado israelí que debiera ser modelo de comportamiento posa sonriente ante palestinos que permanecen atados y con los ojos vendados. Un militar que custodia sospechosos tiene que ser firme con ellos, pero no humillarles ni proclamar su propia imbecilidad a los cuatro vientos en Youtube o en Facebook.

La guerra no es un juego, es algo muy serio y que exige actitudes serias y de madurez. Si los jóvenes soldados no están preparados para adoptar esa madurez en operaciones pues la culpa recae sobre sus sargentos, después sobre sus oficiales y así hasta llegar a lo más alto de la cadena de mando.
No nos puede servir de pretexto el hecho de que si el enemigo estuviera en nuestro lugar sería mucho peor (lo cual es completamente cierto). Pero es que precisamente una de las cosas que nos debe distinguir sobre ellos es la ética, la moral y los valores humanos y de respeto tanto a nuestra propia dignidad, la del ejército y la del pueblo como a la dignidad ajena. La actuación de un militar de Tzahal no debe estar condicionada por el hecho de que "hay cámaras filmando". Se trata de dejar a un lado prejuicios, inmadureces y lagunas en la educación recibida. No es responsabilidad solamente de un uniformado, sino de toda una sociedad desde cuya base, la familia, debemos inculcar tanto el deber patriótico y el rechazo al enemigo pero al mismo tiempo respetar la dignidad del vencido, del niño, de la mujer y de quien quiera que esté bajo nuestra responsabilidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario