jueves, 28 de octubre de 2010

La petición de Tutu

El arzobispo anglicano de Sudáfrica, Desmond Tutu ha pedido a la Ópera de Ciudad del Cabo que cancelara sus representaciones en Israel, hasta que "los amantes de la ópera israelíes y palestinos tengan igual oportunidad de asistir sin restricciones a las representaciones". "Igual que decíamos durante el periodo del 'apartheid' que era inapropiado que artistas internacionales actuaran en Sudáfrica, en una sociedad basada en leyes discriminatorias y de supremacía racial, debemos decir ahora que es un error que la Ópera de Ciudad del Cabo actúe en Israel".

Nuevamente se confunden situaciones muy diferentes. Ya hace unos años en la conferencia contra del racismo en Durban, también en Sudáfrica, Israel se negó a participar por el tinte abiertamente antiisraelí del encuentro, el mismo tinte que se remonta a cuando la ONU aprobó a instancias de los países árabes la infame resolución que equiparaba sionismo a racismo.
Jamás me he encontrado uno de estos críticos del sionosmo que me haya sabido contestar qué es exactamente el sionismo y por qué es racista.
Yo no ataco el derecho de Tutu a exponer su posición o su solicitud a la Ópera de Ciudad del Cabo, no faltaba más, pero peca de incongruente y de desconocer muchas cosas de la realidad israelí. Desconoce por ejemplo que Israel ha recibido a miles de sudaneses que otros "hermanos" países africanos no han recibido, ni musulmanes tampoco. En Egipto son tratados a patadas y es ya llamativo el esfuerzo de los sudaneses por llegar precisamente a Israel. ¿Masoquistas los sudaneses?
Volviendo al tema, Tutu no puede ignorar que Israel es un pueblo formado por gente de razas diversas y provenientes de culturas diferentes. Que el sionismo establezca que se trata de un Estado Judío, no es una muestra de racismo sino de necesidad histórica, geográfica, cultural y política. Nadie llama racista al sistema de Japón donde sólo se acoge a la ciudadanía quien es descendiente directo de japoneses (con ojos rasgados y todo). No veo a Tutu alzar su voz contra las persecuciones y molestias de que son objeto los cristianos en países islámicos o en China.
Creo que los palestinos como los israelíes tienen el mismo derecho de disfrutar de la buena música pero hay una diferencia de la que no se habla. El pueblo judío ha sido por cientos de años un verdadero motor y creador de música y de músicos, tradición que no ha nacido precisamente de postulados de cortar el cuello al vecino. Israel es posiblemente el país con más músicos percápita de la faz de la tierra pero era ya un pueblo eminentemente musical antes del surgimiento del sionismo. No creo que por tanto, la ocupación sea un pretexto ciento porciento válido en éste caso. Los judíos siguieron produciendo música y haciendo gala de maestría aún a las puertas de la muerte y en las condiciones más adversas. No es lo mismo enviar a tus hijos al conservatorio que a lanzar piedras o aprender mensajes de odio en la Madrasa o a entrenarse en los campamentos de Hamás.
Si Tutu hubiese fundamentado su petición con otros argumentos como por ejemplo, que Israel colaboró a menudo con Sudáfrica durante el régimen del apartheid, pues quizás aunque agua pasada, tendría más sentido. Yo no me creo que el gobierno israelí prohíba a la Ópera de Ciudad del Cabo ni a ninguna otra, entrar en los terriorios de la Autoridad Palestina para ofrecer conciertos. De lo que si no estoy seguro es que los palestinos harían lo mismo porque el odio les ha cegado y ensordecido. No dejo de comprender que ellos sientan rechazo por el ocupante de lo que consideran suyo y por las pérdidas de vidas que tan frecuentemente se producen en este ambiente enrarecido de violencia, pero su responsabilidad en esa violencia no pueden dejar de asumirla así como la responsabilidad por no desarrollar un ambiente de confianza, con más cultura y educación que propiciaría más una solución que las pedradas y los cohetes Kassam.

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